Valvanerada 2003 Logroño-Monasterio de Valvanera. XXVI Edición.

 

La Valvanerada es una caminata que consiste en cubrir una distancia de 64 kilómetros, por carreteras Riojanas, partiendo de Logroño ( del Ayuntamiento) y llegar al Monasterio de Valvanera. El punto de partida es a las 8 de la tarde y el control lo cierran en Valvanera a las 11 de la mañana del día siguiente. Hay por tanto 15 horas para cubrir estos 64 kilómetros. Lo organiza la Asociación de donantes de Sangre, que con este evento quiere dar un toque de atención sobre la importancia de donar sangre y las vidas que se salvan con las donaciones. Además es menos costoso que te chupen la sangre que darte un palizón como la Valvanerada.( su terminación en  -ada, será porqué hay quien esta caminata le parece una salvajada, burrada, animalada, etc.), algo parecido a las pasadas que se pegan la gente que hacen los triatlones con pruebas como el iron-man. Pero lo bonito de esta prueba es que no se trata de gente profesional de deportistas natos, sino de gente normal y corriente que se pone las botas y decide pasar la noche entera en la carretera junto a otras tantas personas, haciendo de esta noche algo inolvidable.

A lo largo de todo el trayecto, tanto Guardia Civil, Policía Local, Cruz Roja, protección Civil, voluntarios en las distintas localidades por las que se pasa, hacen que te sientas arropado en todo momento, junto a las más de mil personas que este año que íbamos en procesión.

Si alguien quiere apuntarse a esta caminata, puede obtener la información que precise, llamando al teléfono de la Asociación de Donantes de Sangre de La Rioja: 941 234056, o bien en la dirección de correo donantes@serdonante.com dónde le informarán.

 

El día señalado para nuestra reiterada aventura ( era el quinto año consecutivo ) llegó la tarde noche del 26 de abril. Unas cuantas personas, 1650, menos que otros años, nos dimos cita en la Plaza del Ayuntamiento. La gente iba pertrechada con botas de caminar, mochilas, palos, barritas energéticas, flores y velas para la Virgen. El día estaba soleado y la temperatura rondaba los 20 grados. Dejamos los chubasqueros en casa y acertamos pues no fueron necesarios, afortunadamente,  en nuestra aventura.

La gente que iba a participar se dividía en grupos. Nosotros teníamos el número 268, y el nombre del grupo era pagaelpato.com. Cada cinco minutos salían 50 grupos. Salimos por tanto a las 8,30 de la tarde del Ayuntamiento. La gente se dispuso por las calles; Portales, Murrieta para vernos pasar, porqué lo que es animar, de eso hubo más bien poco. La policía retuvo los vehículos en las calles hasta que ese gusano o paquete multicolor de gente dejó la ciudad y tomamos rumbo a la Grajera, pantano que antecede al primer pueblo al que se llega tras 13 kilómetros de marcha, Navarrete.

Dejando la Grajera, la oscuridad lo tomó todo y nos acompañó durante toda la noche, hasta que la alborada, a escasos cinco kilómetros del Monasterio nos llevó en volandas, pero más lento de lo que deseábamos hasta nuestro objetivo. A cada miembro del grupo se le da un cartón con su foto y el nombre del grupo, donde aparecen los pueblos en los cuales hay que ir sellando. Hay un control fantasma, que va variando de año en año, de tal modo que si algún listillo quiere hacer menos kilómetros de la cuenta, y no sella en este control fantasma, luego se queda sin su diploma.

 

Pero la gente va a lo que va, a andar en definitiva. En Navarrete nos dieron bebidas refrescantes, y sin parar, proseguimos viaje hacia Tricio. Estos kilómetros se hacen  muy largos, son otros doce, que al hacerse sin atravesar ninguna localidad intermedia se acaban haciendo monótonos. El cielo estaba estrellado y la temperatura seguía siendo muy buena. Antes de entrar en Tricio, en la recta que conduce a Nájera, nos dieron caldito calentito que entraba divinamente. Se coge poco después el desvío hacia Tricio y un cartel indica que el Monasterio de Valvanera dista a 33 kilómetros. Al llegar a Tricio hay que dar un rodeo para sellar, que consiste en subir una cuesta, que a esas horas no sienta nada bien y tras recibir de buen grado las manzanas que nos dan unos críos del pueblo, los caminantes reposan en la plaza del pueblo y en los escalones del frontón, en donde el personal de la Cruz Roja atiende a algunos caminantes aquejados de ampollas y molestias musculares. Son ya ventitantos kilómetros de marcha, poco menos de la mitad del total a realizar.

Salir de Tricio y presentarse en Arenzana de abajo es todo uno. En Arenzana, nos dan yogures y zurracapote, y luego viene la endemoniada recta de Baños. A falta de siete kilómetros se ve un edificio blanco que es mejor no mirar pues parece que uno no avanza. Después de una hora larga en esa recta a buen ritmo, rodando a bloque, se llega finalmente a Baños del Río Tobía con fábricas de embutidos a ambos lados de la carretera. Como la plaza está en obras, el chocolate con bizcochos lo dan antes de la plaza. El chocolate como siempre está riquísimo y entona de maravilla, aportando glucosa a los maltrechos músculos. Al parar y ponerte en movimiento es cuando las ampollas quieren hacer su aparición. Así que sin demora alguna alcanzamos Bobadilla y acometemos la carretera que nos lleva a Anguiano. Antes de llegar se suceden masas de aire caliente y frío. Una luz blanca se ve a lo lejos posada sobre un risco, es Anguiano, al cual llegamos a las cinco de la madrugada. Nos dan café con bizcochos y nos preparamos para el último trecho, los catorce kilómetros que nos separan del Monasterio de Valvanera. Es aquí cuando alguno decide empezar a correr y cubrir la distancia que resta corriendo.

 

El primero que hizo en aparición en Valvanera lo hizo a las 5,20 de la madrugada. El control  de Anguiano no lo abren hasta las 4,30 y a partir de ahí la gente le echa un par y corriendo en unos 50 minutos se planta arriba.

Nosotros que vamos tan agustito, no queremos acelerar las cosas, y optamos por disfrutar del paisaje y gozar las escasas tres horas que nos quedan antes de concluir la caminata, yendo a pie, a nuestro ritmo de cinco kilómetros a la hora.

 

Este año el grupo se internacionalizó y siguiendo la recomendación de johan si se ficha algo, que sea bueno y marque las diferencias. Eso hicimos, nos acompañó el pibe, que en su debut en la Valvanerada dio el do de pecho y puso un ritmo implacable desde el principio, sin dar muestra alguna de decaimiento y a la salida de Anguiano se distanció con otra compañera del grupo y los volvimos a ver una vez en el Monasterio, siendo el primero del grupo en coronar la cima. Los últimos cinco kilómetros, una vez que se ha cogido el desvío hacia el Monasterio se hacen eternos; las curvas, el asfalto, las cuestas, el peralte de la carretera, el sueño, los 60 kilómetros hechos, etc. Pocos minutos antes de las siete de la madrugada se hizo de día. A falta de dos mil metros para llegar al Monasterio al girar una curva, éste se ve allá en lo alto, en la distancia, encaramado en la montaña y es precioso, seguramente uno de los momentos más emocionantes de la caminata. A esas horas los autobuses ya estaban en funcionamiento y bajaban a los madrugadores caminantes hacia Logroño. Poco antes de llegar, uno que iba corriendo a poco es derribado por un autobús que iba enmachetado. Con un vehículo apostado en el flanco izquierdo, la angosta carretera, y el autobús yendo a todo meter, el hombre, ante nuestros gritos, aún tuvo reflejos de quitarse del medio y no ser arrollado por el bus. A esas alturas de la noche se necesita muy poquito para no besar el suelo, pues los músculos están agarrotados, la capacidad de reacción es nula y las piernas se mueven automáticamente como si tuvieran vida propia.

 

En el último momento se ven los autobuses en la explanada y luego tras subir la cuesta, se llega al Monasterio. Recogen el cartoncillo, echan el último sello, se lo quedan para más adelante entregarte un diploma y un llavero a través de la Asociación de donantes de sangre y respiras aliviado.

 

 

 

Luego cada uno se lo monta como quiere. Allá arriba las viandas consisten en caldo y choricillo. Las tiendas de campaña de la Cruz Roja acogen al maltrecho caminante al que ahora le afloran todas las molestias atesoradas durante las doce horas de esfuerzo y sufrimiento. Porqué aún estando bien de forma, el cuerpo sufre, sometido a un esfuerzo que se sale de lo normal. Quien tiene motivos religiosos se dirige entonces a ver a la Virgen de Valvanera, de la cual cuelga un medallón que se besa a la vez que se pide un deseo, debajo de ella la gente deja sus dorsales, las cintas, y las flores que algunos portan desde Logroño. Delante de la Virgen también hay velas que ponen los caminantes.

Según subía a ver a la Virgen bajaban los de la Cruz Roja por esas escaleras, a un caminante en camilla aquejado de un bajada de tensión. En la iglesia algunas caminantes vencidas por el sueño reposaban sus cuerpo en los bancos de madera profundamente dormidas. A las once, tiene lugar la misa oficial y la ofrenda de flores pero a esas horas nuestro grupo ya había tomado el bus rumbo a Logroño.

Llegamos a nuestro destino mil personas. De los inscritos el 30% eran mujeres.

El mayor tenía 80 años, y más de 800 personas hacían la caminata por primera vez. Unos de Santo Domingo de la Calzada llevaban una camiseta con la inscripción “por ti Nicolás”, nombre de un caminante que este año se quedó en tierra sin poder hacerla.

 

 

Notas de Viaje:

 

Hay que venir con mucha tranquilidad a la caminata, sin prisa pero sin pausa. Reteniendo pero fluyendo, y con mucha paciencia y sufriendo, al final ese suspiro de doce horas en la brecha se materializa al llegar a meta y ver cumplido un sueño, una meta, o aquello que a cada cual le anima a ponerse en marcha esa noche a darse el palizón. No hay que agobiarse ni ir cargado en exceso. Alimentos te dan a lo largo de toda la caminata. Conviene ir abrigado y llevar un chubasquero. Lo fundamental es el calzado. Hay que llevar un calzado que de garantías y con el cual ya hayamos hecho unos cuantos kilómetros. Lo mismo ocurre con los calcetines. Previamente hay que contrastar que son los más adecuados para la caminata, pues van a ser muchos pasos en una noche y si el calzado y el calcetín no van bien al poco rato aparecerán las ampollas, y si de por sí la caminata ya es dura, hacerla con ampollas o con rozaduras se puede convertir en un calvario. Para el tema de las rozaduras, recomiendo llevar culotte, como los que se emplean para andar en bici, en lugar de calzoncillo, pues el roce en la entrepierna, junto al sudor puede hacer que la zona se ponga en carne viva, como puede ocurrir también con los sobacos. El culotte es un invento genial para para grandes caminatas, sobre todo para aquel que no esté habituado a andar.

La edad no importa, hay adolescentes, abuelos con nietas, familias enteras, padres con hijos e hijas, mujeres sólas, hasta un hombre con un perro, los dos mano a mano. Sólo no te vas a sentir en el trayecto, además llega un momento en el que desconectas pones el piloto automático y solo quieres llegar. Lo que hay que saber, es que se sufre, que se pasa mal, que

el cuerpo se resiente, que duelen los músculos de las piernas, y los riñones, que hay ratos en los que uno va como un toro y otros en los que te clavas y parece que no avanzas apenas. Pero no hay que pensar demasiado, no hay que desmoronarse. Hay que tirar para adelante, sin hacer esfuerzos sobrehumanos, y tener mucha paciencia, nadie anda doce o más horas habitualmente, así que ante todo mucha calma, y al final verás un monasterio de piedra en la montaña y todos tus males se curaran por obra y gracia divina ( ¿de Valvanera quizás?).
Seguro que sí.

 

fdo. Chufo 2003


valvanerada 2002

index.htm