Philippe es un joven
cuya familia tiene diversos cambios en ciernes. Su madre se ha
echado un noviete maduro y vividor que no parece buena persona,
su hermana pequeña tiene problemas económicos y
le va mucho la juerga y su otra hermana está a punto de
casarse.
Esa boda supone un punto de inflexión
en su forma de afrontar la vida, pues en ella conoce a Senta,
una de las damas de honor, una chica excéntrica que le
hace perder la cabeza y le lleva por caminos muy oscuros.
Adaptando una novela de Ruth
Rendell, Claude Chabrol, un mito del
cine francés ingrante de la Nouvelle Vague que
tiene ya 75 años, nos muestra una historia de atracción
fatal entre dos personajes que tiene muchos puntos a favor. En
1995 Chabrol ya adaptó otra novela de
Rendell en La Ceremonia.
Los primeros apartados positivos son
las actuacniones de los actores protagonistas. Él, Benoit
Magimel, interpreta a un joven serio y prudente que tras
el encuentro con la chica va cambiando, haciéndose más
alegre y perdiéndose cada vez más por el amor hacia
ella, a pesar de lo cual no descuida el resto de sus obligaciones.
La interpretación es sublime, sobria e incluso diría
que escrupulosa. Me desconcierta también que en ciertos
momentos tiene un enorme parecido con Robert De Niro
de joven.
Ella es Laura Smet,
actriz desconocida hasta ahora que pasa desapercibida la primera
vez que la cámara cae sobre ella, algo extraño,
porque a partir de las siguientes escenas el poder de acaparar
la atención sobre sí misma se hace fortísimo
y se queda con todas las escenas, por un lado por esa personalidad
misteriosa que tiene, que llega incluso a dar miedo en ciertos
instantes, pero también por la naturalidad con la que se
mueve y habla en todo momento, como si lo que dice sea algo normal,
por muy extraño que sea en realidad.
Tiene momentos de ironía muy
finos, más propios del cine inglés que del francés
y la historia, siempre creciendo en suspense e interés,
se ajusta a la perfección a unos personajes a los que también
nos vamos acercando cada vez más. Cada escena nos aporta
algo nuevo sobre sus personalidades y sus circunstancias.
La película trata en general
de grandes temas universales como son el amor y la familia. La
eterna pregunta de tú que harías por amor aquí
cobra dimensiones inabarcables para el joven Philippe,
que ve en ella la reencarnación de su amor platónico,
la dama retratada en un busto con el que tiene una relación
muy especial. Mientras, ella, que se hace llamar Senta,
ni llega a planteárselo, porque cualquier cosa que tuviera
que hacer por él la consideraría necesaria. También
se habla de la importancia de la familia, pues con pocos personajes
vemos relaciones familiares muy diferentes entre sí, que
además van cambiando.
El trabajo, las clases sociales, toques
psicológicos son otros de los temas que se tratan completando
un variado mosaico que para nada entorpece el protagonismo de
los actores principales, sino que les arropa en el acelerado devenir
de su relación.